Por María Inés Bravo de Coronel
La
práctica de la investigación educativa se sustenta en la ideología predominante
del investigador, debido a que como sujeto histórico social posee, un marco
social cultural, una posición política filosófica ante la vida y ante los
problemas concretos, de allí que los problemas a investigar sean seleccionados
de acuerdo a ese marco de reflexión que posee dicho investigador.
El
proceso investigativo educativo en sí, se ubica en una determinada perspectiva
filosófica, que va influir en la manera de abordar el análisis del problema, en
el planteamiento de las soluciones y la organización de la práctica
sociopolítica correspondiente. Al hacer una distinción en el proceso de
investigación educativa se tiene que utilizar una metodología para orientar la
practica científica, que emergerá de acuerdo a los objetivos planteados, las características del objeto de estudio, el
marco teórico y las circunstancias socio históricas en la que se forja la investigación.
La metodología como dimensión filosófica en la investigación educativa implica,
definir las formulaciones teóricas generales y particulares para ordenar el
proceso investigativo, en dependencia de las necesidades y requerimientos de la
realidad objetiva.
Ahora
bien desde el análisis de la postura adoptada en las investigaciones educativas
que se sitúan en la perspectiva del positivismo se tiene, que no pueden escapar
de las limitaciones que guardan las teorías sociales elaboradas dentro de esta
corriente, el mismo Augusto Comte, en el “Discurso sobre el espíritu positivo” señala
que:”nuestras teorías tienden cada vez más a representar exactamente los
objetos exteriores de nuestras constantes investigaciones, pero sin que pueda,
en ningún caso, ser plenamente apreciada la verdadera constitución de cada una
de ellas, debiendo limitarse la perfección científica a aproximarse a este
límite ideal hasta donde lo exigen nuestras diversas necesidades reales”.
Aplicar
la teoría positivista, en la investigación educativa es una realidad, que tiene
su verdad, que dirige a la búsqueda de situaciones necesarias para demostrar y
comprobar, es un hecho notorio de relevante importancia en el sustento
filosófico de la investigación, conocer y entender su proceso objetivo,
tangible, de obtención de información, que respecto a datos exactos
proporciona; pero también desecha las opiniones, sentimientos, está libre de
valores, llegando a concebir la
investigación social como una actividad neutral, acciona eliminando toda preconcepción, por no estar limitada
por condiciones de emociones o actitudes.
Desde aquí
es, que teniendo en cuenta que la investigación
es un proceso objetivo y subjetivo, debido a que el investigador es un sujeto
histórico social, que está compuesto por la compleja diversidad que genera la
vida social y política, pero que coincide transitoriamente, por partes, en un
escenario, de puntos de acuerdos, que están determinados por la dinámica de la propia realidad, de la
que forma parte cada actor y el sujeto histórico en su conjunto, que a la vez
se manifiestan en elementos subjetivos que están condicionados, por la dinámica
de la propia realidad de la que forma parte él mismo, sus deseos, sus
prejuicios, sus valores, que se vuelven objetivos, es decir se concretan en la
práctica.
Vista
así, tenemos que la subjetividad se
concibe como la capacidad de interacción, intencionalidad, negociación, pero
también como capacidad para pensar, que proporciona criterios metodológicos.
Entonces bien se puede reconocer, que el piso filosófico de la investigación
educativa parte de la necesidad de una cualidad abierta, pero a la vez crítica,
porque las teorías metodológicas se pueden aplicar heterogéneamente, esto está en
la observancia de la configuración teórica de la investigación y en dependencia
de la realidad del objeto de estudio.
El piso filosófico de la investigación educativa,
no es lineal, no es conservador, porque es capaz de hacer frente a los desafíos
de la educación transformadora, humanista, abierta a la integración y no a la
fragmentación, inserta de un pensamiento complejo, porque el sistema necesita
de cambios, que los problemas sean resueltos, que el objeto de estudio se
corresponda con una realidad latente, que ayude a su entorno, que permita ver,
entender el problema y transformarlo.
Justamente
lo que muestra este milenio es la diversidad, de teorías, paradigmas,
metodologías aprovechables, que tienen ver con la historicidad de la ciencia,
con los intentos de distinguir, clasificar, sistematizar, conocimientos
científicos de la contextualidad, el piso filosófico de la investigación educativa
debe sustentarse donde converjan las teorías positivistas, las socio críticas,
los diferentes paradigmas, el pensamiento complejo, con relaciones de
incertidumbres, de disenso, que proponga relaciones de encuentro, de
flexibilidad y crítica.
En
conclusión, desde el pensamiento complejo crítico, creativo, cuidadoso,
se dice que la realidad se comprende y se explica simultáneamente desde todas
las perspectivas posibles; parafraseando al filósofo y sociólogo francés Edgar
Morin, varias teorías pueden estar contradiciendo, ampliando, o reformando,
todas ellas serán filosofías válidas, todo depende de la realidad del objeto de
estudio, y como se menciono al principio de este trabajo, de la formación
ideológica, de la concepción del mundo del investigador.
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